miércoles, 16 de septiembre de 2015

REFLEXIÓN FILOSÓFICA


Decidir sobre la vida y... la muerte

Reflexionar sobre la vida o la muerte no es una cuestión nada fácil ni sujeta a fórmulas preestablecidas. Más bien al contrario, nos encontramos ante una cuestión difícil y compleja. ¿Quién define con seguridad qué es la vida o qué es la muerte? ¿A quién pertenece la vida, a nosotros mismos, a algún ser superior, a los que nos han dado la vida...? ¿Puede existir algo así como un derecho a morir?
A nuestro juicio, es la tesis que defendemos, la vida no está en manos de nadie que no sea nosotros mismos, en tanto sujetos individuales dotados de razón y conciencia. No existen seres superiores que sean responsables de nuestro destino sino que la responsabilidad es humana, propiamente humana.
Los argumentos a favor de esta tesis son los siguientes:
En primer lugar, consideramos que, desde nuestra subjetividad, es posible afrontar el problema del derecho a morir dignamente porque, en tanto seres humanos, somos libres por naturaleza y podemos decidir por nosotros mismos acerca de nuestro destino, independientemente de cuestiones religiosas e incluso diría legales. Los Estados no son dueños de los individuos. Es necesario, en consecuencia, ejercer la desobediencia civil en esta cuestión que nos atañe como ninguna otra: el valor de la vida lo otorgamos nosotros porque de esa libertad esencial surge la responsabilidad individual de cada persona.
En segundo lugar, sostenemos que la aceptación del dolor como virtud moral nos parece del todo inaceptable porque el progreso humano ha dotado a la ciencia y a la medicina de herramientas útiles y modernas para conseguir una calidad de vida aceptable y digna.
En conclusión, defendemos este nuevo derecho (a una muerte digna) que todavía no ha sido recogido por la Declaración de Derechos Humanos o por la Constitución. Acepto que existan otras razones de peso y diferentes formas de afrontar el problema pero entiendo que los Estados deberían respetar la voluntad de cada persona si esa voluuntad surge de su libertad y bajo su plena responsabilidad. Sin duda, no es fácil decidir y es posible que nadie sepa en realidad qué haría en ese momento tan crítico pero, como decía Sartre, el filósofo existencialista francés, estamos condenados a elegir. Elegiremos, por tanto, vivir pero con dignidad y con humanidad.

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